
El bullying no es un juego, es una herida que muchas veces no se ve… pero se siente todos los días.
Se esconde en el silencio, en el miedo de hablar, en la tristeza que nadie pregunta y en las palabras que duelen más que un golpe. Humillar, excluir o hacer daño no es “molestar”, es violencia. Y normalizarlo solo hace que esa herida crezca. Hoy recordamos que todos los niños y niñas merecen respeto, protección
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